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sábado, 8 de diciembre de 2007

IDEAL DE BELLEZA

Intuitivamente siempre he creído en el ideal de belleza Occidental como algo inapelablemente superior al resto de culturas que habitan nuestro planeta, craso error. Claro esto es lógico dada mi condición de europeo y occidental.
Este ideal esta relacionado con nuestra historia y cultura además de nuestros sentimientos básicos vitales. Estos últimos priman más en nuestra civilización que en otras. Me refiero a los que se relacionan con los instintos de reproducción y perpetuación de la especie.
La simetría nos remite a la juventud; la multiplicidad al vigor y fuerza de la vida. En definitiva, estos patrones van ya impresos en nuestro código genético y nuestra memoria social. Igual ocurre en cada civilización con sus patrones.
La diferencia entre la nuestra y la Oriental estriba en el poder de crítica y de apertura hacia sus distintos valores.
Precisamente las ideas bipolares como el Ying-Yang o vacío-plenitud enseñaron en oriente la búsqueda de la realidad como resultado crítico de dos circunstancias, aparentemente contrarias, aunque no lo son, se complementan, son dos caras posibles de la realidad.
En Occidente el paso crítico ha sido anulado cada vez que ha sido necesario por el poder establecido en cada momento. Primariamente como discurso fatalista entre el bien y el mal; bases establecidas por filósofos clásicos griegos como Sócrates, Platón y Aristóteles. Confirmadas posteriormente en la edad Media también por pensadores como Santo Tomás y San Benito.
Es solo a final del S. XIX cuando se dan las condiciones necesarias, surgen movimientos que cuestionan estos principios básicos en nuestros ideales estéticos.
Dadaísmo, Cubismo, Impresionismo, surrealismo, Arte Abstracto…
Bueno, en verdad hablo de meras expresiones artísticas. Aplicado a Bonsái la cosa se puede complicar aún más, ya que el término Bonsái implica una serie de características propias, entre ellas la de la cultura y ese refinamiento tan típico del pueblo japonés.
¿Cómo aplicar este ideal de belleza occidental, o más allá, el de belleza universal a este fantástico mundo?
A mi modesto entender la solución puede estar la combinación de dos factores: Por un lado en la Naturaleza como maestra .Y por el autor como idealizador e intérprete de esa realidad natural. Este complicado equilibrio nos puede proporcionar también las pautas de diferenciación entre distintas culturas a la hora de hacer bonsái. Creo evidente que el uso artístico se hará más patente en la occidental, y el respeto natural en la oriental.
Me queda como duda la posibilidad de aplicar estas ideas también a la parte cerámica de la obra, me refiero a la de trasgredir en cierta medida su aspecto estético, que aunque siga guardando los valores estéticos Zen quede marcado el carácter occidental.
Para finalizar, esta idea de Naturaleza-Autor no es una creación propia de un momento de agraciada lucidez, y es conocida dentro del mundo del arte-bonsái como VANGUARDIA.

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